viernes, 22 de abril de 2011

Oleaje


Domingo como veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos.
Como treinta y uno de diciembre.
Como última vez que respiro para no volver a ser jamás.
Como un siempre más.
Volvió el péndulo a esta orilla.
De nuevo abro los ojos para volver a ser cuerpo.
Como los cerré para ser universo, cuando navego los multiversos.
No como el día que acepté la obligación del centro de la tierra.
Y no hubo pulgada de mi piel que el suelo no absorbiera.
Y me aturdió desde el principio de mis oídos el correr del agua.
Que no llegaba desde arriba o adelante.
Por el contrario, por una vez, emergía como se supone.
Y yo descendía a su encuentro, hasta el silencio.
En ese día todavía nunca.
Bailo en el filo y saludo al abismo.
Asumo que temo encontrarme.


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